Nominado a Mejor Proyecto de Edificio de Uso Mixto
El Edificio Pedro de Oña es una obra originalmente residencial de dos pisos construida el año 1940. Luego de un lento y constante deterioro de la calle y del entorno donde se emplaza –y debido al cambio en la organización urbana del sector con la llegada del metro Irarrázaval– se plantea una intervención en el edificio. La intervención consiste en una remodelación total y ampliación aprovechando la estratégica ubicación, el ahorro de la obra gruesa y fachada, y la oportunidad de poner en valor una edificación con 80 años de antigüedad.
El edificio se ubica en la calle Pedro de Oña, un pequeño pasaje muy transitado por ser el eje principal de cruce peatonal entre el metro Irarrázaval y Vicuña Mackenna. Si bien el edificio no se encuentra en zona típica o de interés patrimonial, si está frente a dos cités de uso residencial y otras antiguas edificaciones que en su conjunto conforman la identidad histórica de la calle y el barrio. Los nuevos usos y destinos del edificio fortalecen y complementen la relación de este con su entorno cercano, siendo un participante activo en la transformación y renovación de la calle. También, la incorporación de iluminación en la fachada –junto a cámaras de vigilancia– contribuyen a la seguridad de esta durante la noche mejorando la calidad de vida de los vecinos y transeúntes. El acceso principal al edificio –que da a la escalera– remata en el cuarto piso en un prisma translúcido que toma un rol ornamental y visible, pero a su vez inmaterial respecto a la fachada, marcando el eje de acceso y provocando un efecto linterna del edificio como si estuviera despierto durante la noche.
La estrategia programática de intervención consiste en la habilitación de locales comerciales en el primer piso estableciendo una nueva y directa relación con la calle haciendo permeable el límite público-privado del edificio. En los pisos superiores se concentran las oficinas tanto en el segundo piso original como en la ampliación del tercer piso; y finalmente en la azotea se habilitó la terraza donde se ubican las oficinas administrativas y espacios para uso público controlado. Todo el edificio cuenta con accesibilidad universal total completamente integrada como parte original del proyecto.
Se propone mantener la totalidad de la fachada original y agregar sobre esta una ampliación en el mismo plomo generando un contraste de materialidad, sistema constructivo, proporción de elementos y de color, evidenciando la distancia de tiempo entre ambas edificaciones. La nueva fachada rodea todo el perímetro del edificio, generando una especie de corona a la edificación original a través de ventanas esbeltas que le otorgan liviandad visual y permiten el ingreso de luz cenital. A su vez, hacia la calle, estas ventanas se extienden sobrepasando la altura del muro, generando una contradicción al concepto de ventana formando almenas vidriadas. Este recurso, junto a las planchas metálicas plegadas de alta precisión, le otorga un carácter de fortificación imponiéndose como una construcción sólida, robusta y silenciosa, pero a la vez elegante, que no opaca la edificación original inferior, si no que le da valor a través del estudio de las proporciones. Con el objetivo de cuidar la altura y proporción de la fachada, el cuarto piso se plantea retranqueado. Este se compone de piezas que pueden considerarse independientes al edificio, como objetos ligeros y temporales, los cuales le dan vida a la azotea y generan una dinámica menos estructurada y formal en el edificio.
La estructura principal se lleva al perímetro que, junto a la caja de la escalera, la caja del ascensor y unos pocos apoyos puntuales en un eje central; generan una planta libre y flexible que puede utilizarse como un gran espacio continuo por piso, o como pequeños módulos independientes adosados a la circulación principal entre la escalera y el ascensor. Esta operación permite la flexibilidad en la adaptabilidad del edificio para futuros destinos, fortaleciendo su permanencia y ahorro estructural en el tiempo. En el interior, para la subdivisión de oficinas y espacios se utiliza la madera mediante celosías para conseguir el paso de la luz y otorgar calidez mediante un material natural y sustentable, dejando el acero y concreto en los espacios exteriores para su prolongada duración y mínimo mantenimiento. A su vez, todas las puertas de las oficinas consideran una imposta proyectable permitiendo ventilación cruzada natural en todas las oficinas en dirección norte y sur.
Con el objetivo de fomentar el uso de la bicicleta como medio de transporte hacia y desde el edificio –como complemento a la fuerte actividad peatonal de la calle debido a la estrecha cercanía con la estación de metro¬– se opta por no incorporar estacionamientos vehiculares en el mismo. Mediante el aumento en el número de estacionamiento de bicicletas que reducen la exigencia normativa en el número de estacionamientos vehiculares, y por otro mediante el arriendo de las unidades mínimas en edificios cercanos fue posible liberar al edificio del automóvil. Se espera que esto sea un complemento al esperado proyecto por parte de la Municipalidad de Ñuñoa de transformar la calle como paseo peatonal junto al soterramiento de tendido eléctrico, lo que contribuiría a la transformación de la calle y el barrio a un lugar más humano, seguro y sustentable.
La reutilización de edificios –en vez de su demolición–, además de conservar el valor histórico y patrimonial de estos, es una de las estrategias más efectivas en la mitigación de huella de carbono en construcciones y edificaciones. Este proyecto utiliza la reutilización de una edificación existente no solo para estos fines, los cuales forman parte estructural de la obra, sino también para contribuir a la identidad del barrio con una innovadora y sostenible manera de intervenir, renovar y crecer en la ciudad.