Además de su continuidad y capacidad de sintonizar con las necesidades futuras de nuestras ciudades, los Premios Aporte Urbano destacan por su vocación de generar lo que se conoce como ética de la ciudad.
“Creo que en Chile tenemos pocos premios, sobre todo en el campo de la arquitectura, y ninguno en el ámbito específico de proyectos que convocan los PAU. Esa condición de único es muy valiosa, más allá de la importancia que tiene reconocer las buenas prácticas, los esfuerzos de los arquitectos, los valores que imprimen las empresas en sus proyectos. Hay que destacar que es un premio que tiene continuidad, que efectivamente se valida cada vez más. Hoy quizás se mueven en un espacio no tan transversal, pero todos los coorganizadores, y nosotros como Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, que nos hemos sumado, vemos que es de los pocos premios que sintonizan estrechamente con lo que empiezan a ser las necesidades futuras de las ciudades chilenas, se adelantan a lo que uno ve todos los días”, dice Sergio Baeriswyl, presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano. Este organismo decidió apoyar esta iniciativa porque ha incorporado materias como urbanismo táctico, integración social, densificación equilibrada, conceptos tremendamente presentes en la discusión actual.
“Es un concurso que tiene esa elasticidad. Me parece muy importante mantenerlo, potenciarlo, hacerlo cada vez más atractivo y relevante. Eso refuerza una idea que vamos a empezar a discutir cada vez más, que es la ética de la ciudad: no está escrita en ninguna parte, es difícil de abordar, pero cuando defines y premias proyectos que tienen ciertos valores vas contribuyendo a la formación de esa ética”. Baeriswyl opina que eso es fundamental para que tanto la ciudadanía como los profesionales sepan que hay cosas que, aun cuando se puedan, no se deben hacer.